Se acabaron las vacaciones para los futbolistas, y con ellas parecen haberse acabado nuestros tiempos de asueto. Como seres ociosos, nunca hemos dejado de estar atentos a ese mercado de fichajes, a esos partidos preparatorios y a esas sensaciones que van dejando ciertas formas de juego.
Inglaterra, Italia, Alemania y España se engalanan para abrir sus potentes ligas, se disponen a mostrarnos la magnitud de su organización y nos tienden un puente atencional para que podamos disfrutar de sus más excelsos jugadores. En Europa buscarán ese trono que indica qué estilo futbolístico se pondrá de moda.
Los grandes cada vez se distancian más de los demás, los ricos son más ricos y los modestos quedan relegados a esos papeles secundarios desde donde fijan sus objetivos de rendimiento. El Barcelona volverá a tener que hacer un esfuerzo extra si quiere competir frente a Real Madrid y Atlético, dos conjuntos remozados desde la garantía de mecanización que llevan consigo los equipos de Rafa Benítez y la ampliación del capital atacante que los fichajes permiten en los de Simeone.
En Italia no parece haber rival posible para una Juve que no se sentirá debilitada a pesar de las ausencias respecto a los últimos años. La Premier League es abierta. Los equipos de Manchester se reinventan cada año para poner en entredicho la fiabilidad de los proyectos de Mourinho.
El Arsenal seguirá animándonos y decepcionándonos a partes iguales, mientras que los modestos serán los que decidan el campeonato a favor de uno u otro equipo grande. Pep Guardiola suspira por la Champions League, mientras cumple con el trámite de ganar la liga doméstica. Los del segundo escalón han crecido de manera significativa, y el nuevo Dortmund se aferra a que no han sido vendidos ninguno de sus estandartes y la energía de su nuevo director, el emergente Thomas Tuchel.
Disfrutaremos, comprobaremos las novedades que proceden del uso del talento por parte de los diferentes entrenadores y seguiremos amando este deporte y sus particularidades. Se abre el telón y con ello se refundan nuestras ilusiones.