Este viaje hacia el funeral del tiquitaca podría comenzar por el principio, es decir, por las dos finales de la Copa Mundial de Fútbol que perdiera la Holanda de Cruyff en 1974 y 1978, donde este modo de jugar vio su primera derrota, aún antes de su crecimiento y maduración.
En aquel período, como ahora, se encontraban a menudo titulares de periódicos y revistas que hablaban de la muerte del fútbol total, de la victoria del pragmatismo alemán de Gerd Müller y del talento argentino Mario Kempes en la organización universal de los tulipanes de Rinus Michels.