Hablábamos, en la primera parte de esta serie dedicada a la realidad contextual del entrenador respecto al entrenamiento, que entrenar no podía ser un término distante del jugar.
El primer gran error es llamarle entrenamiento a ese tiempo en el que se supone que tenemos que jugar al fútbol. Entrenar es reproducir unas determinadas acciones, y el juego del fútbol no se presta, por su naturaleza, a ser reducido a unas acciones concretas.