El fútbol reescribe sus leyes cada año. Los resultados, según los dirigentes y los aficionados, se reducen a aquello que indica el marcador final, es decir, los dos dígitos que anuncian el número de goles que ha marcado cada equipo en la contienda.
La urgencia, la necesidad de consumo, la ansiedad devoradora marcada en los medios de comunicación y, fundamentalmente, la incapacidad para desplegar un análisis más profundo de los acontecimientos, condicionan los proyectos.
No comprender que el juego desarrollado, aún sin los números merecidos, será la base de cuantiosas victorias futuras, es erradicar una palabra que resulta ser la madre de todos los éxitos: el proceso.
Por suerte, aún hay pequeñas islas en las que el dilapidar entrenadores no es el deporte nacional.
Son lugares que podemos reconocer porque la idea madre del encargado de liderar el proyecto se filtra por los poros del club hasta impregnar cada rincón.
El Manchester City no dominó numéricamente las competiciones durante el primer año de Pep Guardiola, pero si que cumplió a rajatabla el plan evolutivo para posicionarse en ese crecimiento constante que acepta a la derrota como fundamento imprescindible de los equipos ganadores.
El tiempo, la confianza y el estudio de las posibilidades de la plantilla, mientras se compite, determinó las necesidades en la confección de la plantilla de este año.
Esta temporada, records aparte, la sensación que transmite el equipo es de una variabilidad en sus procedimientos digna de elogio.
Sin perder la esencia del juego de ubicación, Pep transforma las estructuras, modifica las redes de relaciones con tal maestría que consigue que su conjunto domine a cualquier rival con independencia del estilo poseído por el mismo.
De manera transversal, el proyecto recaba la información que arroja el día a día, para anticiparse a cualquier contingencia y reconstruirse permanentemente.
Hay ideas fecundas, conciencia de los procesos y libertad para decidir los caminos a recorrer.
El éxito está asegurado. Sentémonos y disfrutemos de ello. Dejará enseñanzas, como de costumbre.