Le llaman ‘Corazón de León’. Lo natural es pensar que se debe a su entrega sobre el terreno de juego, al sudor que no escatima cuando se trata de trabajar para el equipo. Pero Nelson Antonio Haedo Valdez (San Joaquín, Caaguazú -Paraguay-, 28 de noviembre de 1983) no es ‘Corazón de León’ por lo que hace en el campo, sino por todo lo demás. Como él mismo repite cual mantra al repasar su vida y su carrera, todo lo que ha conseguido “ha sido a base de muchísimo sacrificio y un poco de talento”. Si Valdez no hubiese llegado a convertirse en futbolista, se habría dejado el alma en el intento, tal como prometió para enjugar las lágrimas de su madre en 1998, cuando Paraguay fue eliminado del Mundial por la postrera campeona Francia de Zinedine Zidane.
Un delantero que ha marcado 37 goles en Alemania, cerca de 15 en España y 12 más con la selección paraguaya, necesita algo más que un poco de talento para triunfar. Porque un niño nacido en una familia humilde, un chaval que dormía bajo las gradas de madera del estadio Ypané para poder jugar en el Club Atlético Tembetary, sólo puede llegar a lo más alto con muchísimo sacrificio. Y porque un hombre de éxito preocupado por ofrecer a los críos que hoy crecen en su pueblo una oportunidad mejor que las que él tuvo, haciéndose cargo de su alimentación y alegrando su Navidad con regalos, tiene que tener corazón de león.