La música y el grito de guerra son dos elementos comunes en un vestuario de fútbol. Suelen utilizarse para motivar al equipo y despertar emociones positivas en los jugadores, ayudándolos a unirse en torno a un objetivo común.
Este mismo ritual se ha repetido a lo largo de la historia de la humanidad. Desde siempre en hombre se ha unido en torno a sonidos que tienen una carga emocional (p.e. temor, tristeza o alegría) o socio-afectiva (p.e. identidad colectiva, cohesión grupal o simpatía). Inicialmente los grupos exclamaban el mismo grito al tiempo que se atacaba a una presa, después se crearon las bandas de guerra que acompañaban a los soldados a la batalla, y hoy en día, el Haka del equipo de rugby de Nueva Zelanda (All Blacks) es uno de los ejemplos más llamativos de este mismo fenómeno.