Ya no hay excusas para el Atlético de Madrid. El club se había refugiado bajo la leyenda del pupas para explicar sus derrotas. Un estigma del que, en muchos momentos, incluso se sentía orgulloso. Y no hay peor cosa para cosa para una institución que aceptar las derrotas y no luchar por las victorias. Así era hasta que irrumpió Diego Pablo Simeone. Un entrenador que ha cambiado la historia del Atlético y del fútbol español. El Valencia, en la temporada 2003-2004, fue el último equipo que consiguió colarse en la oligarquía de Real Madrid y Barcelona. Desde entonces, la tendencia se ha ido acrecentando, sin oposición del resto de equipos. Simeone lo ha conseguido esta temporada. Ha sido David contra Goliat. Poco a poco, el Atlético fue creyéndoselo y mermando la moral de ambos. Sin lugar a dudas, el título de Liga de los rojiblancos es aire nuevo para un campeonato que se había viciado bastante, con Barcelona y Real Madrid acostumbrados a ganar sin sudar la camiseta.
Pero la influencia de Simeone llega a todos los rincones. También a la afición, que ven en él no sólo un líder de su equipo, también un líder moral. Una cosa más. Esto no es solamente una Liga: muchachos, mujeres, es algo más importante. Si se cree y se trabaja, se puede, arriba todos". Fueron sus palabras a los aficionados tras ganar la Liga. Un discurso seguido por todos los rojiblancos hoy en día. El cholismo es una doctrina de vida. Simeone, en apenas dos años y medio, ha transformado al equipo, pero sin grandes traumas. No ha habido revolución, sólo esfuerzo y trabajo: seis de los jugadores que ganaron la Liga en el Camp Nou estaban presentes en la eliminación de Copa ante el Albacete de diciembre de 2011. El argentino se ha adaptado a lo que le han dado, venciendo a las dificultades y buscando el recambio perfecto para cada una de las piezas que se caían. No obstante, su gran trabajo ha sido hacer mejores a cada uno de sus futbolistas. Filipe Luis, Juanfran, Miranda o Godín son hoy otros futbolistas, más completos. También Gabi, Tiago o Koke, quien se ha convertido en uno de los grandes centrocampistas del panorama internacional.
Simeone también ha demostrado que se puede ganar con un estilo diferente. Es cierto que el juego del Atlético no es el más bello, pero sí es efectivo. Cada partido se gana a golpe de riñón, con un esfuerzo brutal. Es lo que tiene no contar con megaestrellas como Cristiano Ronaldo, Messi o Falcao, futbolistas que te solucionan un partido de un chispazo. Este Atlético ha ganado desde el colectivo, empezando por Courtois y terminando por Diego Costa. Cada uno de los jugadores es capital para ganar cada punto. Si uno falla, el entramado del Cholo se resiente.
El papel del Diego Pablo Simeone también ha servido para poner en alza el valor de los entrenadores. Muchas veces se cree que el juego depende sólo de los jugadores, que los entrenadores son meros actores secundarios. Y así lo confirmar muchos exveteranos con lo que he hablado. Si el jugador no quiere, el entrenador poco tiene que hacer, me han comentado más de una vez algunos de ellos. Y es cierto. Pero el entrenador sí puede hacer que ese jugador quiera. Es lo que ha conseguido Diego Pablo Simeone, entrenador, presidente y líder moral del Atlético de Madrid. Todo a la vez, como Pep Guardiola en su etapa en el Barcelona. Si gana la Champions el sábado el argentino se merece un monumento en el Vicente Calderón.