No hablo sólo de la selección campeona del mundo. Los Mundiales también sirven para marcar el estilo de juego que viene o se va. Ocurrió con Brasil en 1958, instaurando el jogo bonito. Los triunfos de Alemania en el Mundial de Suiza o en 1974 confirmaron que el fútbol entraba en una nueva dimensión, donde el físico era capaz de imponerse al virtuosismo de selecciones como Hungría o la Naranja Mecánica holandesa. Francia en el 98 dio un paso más, conjugando a la perfección el músculo en el centro del campo con la calidad en la zona final.
Algo parecido ocurrirá en Brasil 2014, donde el fútbol se mueve entre dos corrientes: el fútbol combinativo contra el defensivo. Los triunfos de Real Madrid en la Champions League y del Atlético en la Liga han confirmado que el fútbol viaja hacia esta corriente, donde importa tanto el que no te marquen como el marcar. Es cierto que el Real Madrid ha virado por momentos a un juego más atractivo, pero su base sigue siendo contragolpear, como la del Atlético. Un contraste claro con la Selección española, donde el toque y la paciencia con el balón no se negocian. Hay más selecciones que se han subido al carro de España, entre ellas Alemania, que ha sabido ajustar su verticalidad a un fútbol más elaborado. Bélgica también se ha acercado a este estilo en los últimos años, curiosamente cuando su figura ha vuelto a renacer. Argentina y Brasil, como el Real Madrid, tienen una mezcla de ambos estilos: defensa y jugadores de calidad para poder crear una jugada mágica en cualquier momento.
Los triunfos de España en el pasado Mundial y en las dos últimas Eurocopas confirmaron al juego asociativo (con un importante peso del Barcelona) como el gran dominante en el fútbol mundial. Unas victorias que sirvieron también para que muchos equipos intentaran, claro está que no todos tienen los mismos mimbres, imitar este modelo. Han sido seis años del triunfo del juego asociativo, que ahora, sin embargo, llega algo discutido a Brasil, poniendo incluso en duda la participación de Xavi, origen de todo en la selección española. Pero no será lo único que esté en juego en el Mundial de Brasil. También se puede confirmar la extinción del 9 puro, el delantero centro que busca el remate en cada jugada. Si uno echa un vistazo a las principales candidatas, no hay nueves. Argentina parte con Messi, Portugal con Ronaldo, Alemania con Götze
Sólo Felipe Scolari, en Brasil, mantiene a Fred, un delantero a la antigua usanza, que está tanto para rematar como para iniciar una segunda jugada. Vicente del Bosque, consciente de que tendrá que inventarse algo para poder conseguir una nueva estrella, ha recurrido a Diego Costa. El delantero del Atlético de Madrid añade variantes en la pizarra, una nueva arma en España: los balones a la espalda de los defensores. Su inclusión en la lista ha sido discutida, tanto por su origen, brasileño, como por sus últimas lesiones. Pero Del Bosque lo tenía claro desde el principio. Costa es el factor sorpresa.
El balón ya ha empezado a rodar en Brasil con los primeros partidos. Con todos los equipos atenazados por el miedo de no perder el primer partido. Como dice Ángel Cappa en nuestra revista FT Magazine, sólo espero que el gran beneficiado sea el balón. Ojalá