Después de dos décadas encadenando fracasos y añorando la generación dorada que brilló en el Mundial de 1986, la Federación belga de fútbol (Union Royale Belge des Sociétés de Football Association, URBSFA) decidió dar un golpe de timón entre finales de los noventa y comienzos del nuevo milenio.
Michel Sablon, director técnico del organismo, encabezó un ambicioso proyecto que cambiaría radicalmente la forma de trabajar con los jóvenes en todo el país. Tras hacer un análisis de la situación y estudiar modelos franceses, holandeses y alemanes, convenció a Federación, clubs y escuelas de fútbol para trabajar a partir de unas premisas comunes, resumidas en un dossier titulado ‘La vision de formation de l'URBSFA’. Los primeros resultados de la drástica remodelación se han visto en la Copa del Mundo de Brasil.