El Bayern Múnich es, para muchos, el perfecto paradigma delo que debe ser el funcionamiento de un club moderno. El conjunto bávaro domina con autoridad la Bundesliga, es un fijo en las rondas finales de la Champions League campaña tras campaña y sus futbolistas forman la columna vertebral de la igualmente poderosa selección nacional germana. En terreno financiero también cosecha éxitos como cuarto club más valioso del mundo según Forbes.
No precisa endeudarse para competir, tampoco se ha arrojado a los brazos de ningún magnate y compensa con un extraordinario olfato comercial las desventajas de no disfrutar de un contrato de televisión tan lucrativo como buena parte de sus principales adversarios por la hegemonía europea. Pero a diferencia de más de uno de estos rivales, el Bayern no deja de lado su cantera. Todo lo contrario.