Las prácticas de juego nos posibilitan además de la mejora de la técnica, la táctica y la preparación física, la mejora de los elementos psicológicos que se manifiestan en el juego. Ya sean de carácter ofensivo como la creatividad, la seguridad ofensiva, la autoconfianza… o de carácter defensivo como la concentración, la agresividad defensiva, la capacidad de sacrificio, la seguridad defensiva…