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Artículos de Fútbol - Edición nº 34 - Febrero 2010

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Jesus Suarez Lourido

Editorial Edición nº 32 - Diciembre 2009


Por Jesus Suarez Lourido
Licenciado en Periodismo y Ciencias de la Información. Master en Comunicación Empresarial. Corresponsal en España de la revista World Soccer Digest (Japón)

José, Conejo y el cuento del escorpión.


Edición nº 32 - Diciembre 2009Sus compañeros de equipo le llamaban Conejo. Yo jamás le llame así. Le llamaba por su nombre, José. Era un chaval de 15 años que jugaba en el equipo de cadetes (15-16 años) del San Cristóbal das Viñas na Coruña, al que yo entrene. En un momento determinado de un partido al que ya solo le quedaban mas o menos diez minutos para el final, lo llamé a la banda y cuando se acercó lo retiré del campo, y le puse mi mano abierta sobre su pecho a la altura del corazón. Le hice una pregunta que todos los jugadores deben saber cuando están jugando. Cuanto vamos, le pregunte.

José, Conejo para sus compañeros, era el goleador del equipo y esa tarde-noche ya había marcado dos goles.
-Perdemos cinco cuatro, me contestó.
-Te equivocas, le respondí. Estamos empatados 5-5.
José, no sabía el resultado tras el último gol que nos había marcado el equipo rival.
Tome su mano y se la puse sobre su corazón que latía a la velocidad de un fórmula 1. Y le dije.
-Los nervios, la emoción y a la velocidad que late tu corazón no te deja ni pensar ni actuar bien.

En los últimos minutos, le has protestado al árbitro un fuera de banda.

Al rival que te marca le has dado una patada por detrás –con falta y tarjeta- que pudo ser roja. Y no haces más que gritar a tus compañeros porque piensas que tienes que seguir metiendo goles para ganar un partido que no perdemos. Estamos empatados 5-5. Tienes que calmarte y serenarte.

Lo tuve dos minutos conmigo en la banda, viendo el partido.
José, estaba rabioso y enfurecido. Y sus compañeros en el campo no entendían nada de lo que estaba pasando.

Antes de dejarlo entrar a seguir jugando solo le dije tres cosas.
Que no vuelvas a dar una patada al rival, aunque él te la de a ti.
Que no te dirijas al arbitro ni para preguntarle cuanto tiempo queda.

Y que dejes jugar a tus compañeros tranquilamente, sin gritos. Ellos ya saben que tu eres el delantero centro que mete los goles.
Todo esto se me vino a la cabeza cuando vi a Cristiano Ronaldo expulsado por responder con una patada sin balón al jugador del Almería que previamente lo provocó con un puñetazo a la cabeza del jugador portugués.

Pero en ese partido hubo mas. Mucho más.
Dejando al margen que la posible derrota del Real Madrid en el Bernabeu en la jornada 13 de liga podría haber sido el principio del fin. Y que tras el 1-2 a favor del Almería un penalty que fallo Cristiano Ronaldo –a cuantas pulsaciones latiría su corazón- la remontada hasta el 4-2 definitivo, recordó a su fiel y más reciente historia, la de Capello por ejemplo.
Esa tarde Cristiano Ronaldo fue algo más que protagonista.

Como ustedes saben, yo no soy el entrenador del Real Madrid. Lo es Pellegrini y no sé si alguna vez le paso lo que a mi con José, Conejo para sus compañeros. Pero si creemos la explicación de la patada a Juanma Ortiz que supuso la segunda amarilla, como una reacción instintiva, lo que –por otra parte- no deja de dar un poco de miedo.

También habría que hablar de la primera tarjeta amarilla. Y esta se la enseñaron por sacarse la camiseta tras uno de los goles al Almería. O sea por enseñar abdominales.

Guardo como oro en paño una foto a tamaño folio firmada por el propio Iniesta de su gol al Chelsea que llevó al Barça a la final de la Champions en Roma. También después del gol Andrés se sacó la camiseta, lo recuerdan, y corrió como un loco hacia la esquina donde estaban los aficionados del Barça que sufrieron hasta el minuto 92 del segundo partido para sentir y saber que jugaban la final de Roma, ante el Manchester.

Lo comparo con Cristiano porque no me parece lo mismo. Meter un gol que te lleva a una final de la Champions que un gol contra el Almería en casa en el Bernabeu en la jornada 13 de la liga española. No, no es lo mismo.

Iniesta celebró su gol con alegría y Cristiano lo hizo con rabia y furia, enseñando toda su musculatura. Es decir, Iniesta estaba pensando en el equipo y la afición, en el Barça y Cristiano lo hacia en si mismo.

Quiero decir con esto que cada persona y cada jugador es diferente, en su manera de ser y en el contexto que le cobija. El
Barça, cuando escribo esta líneas vuela camino de Abu Dabi, para ser campeón mundial de clubes y conseguir pasar a la Historia del Fútbol –con mayúsculas- como el único equipo capaz
de ganar las seis competiciones seguidas que puede ganar.

A Cristiano Ronaldo el contexto en el que esta es el de un Real Madrid que –ya no ganara la copa del rey- y que intenta ganar la liga y conseguir un equipo para jugar y ganar la champions en su propio estadio Bernabeu el próximo mayo.

Disculpo a Ronaldo el que se haya sacado la camiseta que le costo la primera amarilla porque su corazón latía a mucha velocidad, y porque esa, como la del escorpión, es su naturaleza.
El escorpión tenia que cruzar un lago y no lo podía hacer porque no sabía nadar. Intento convencer a la rana de que lo ayudase llevándolo a lomos. Y la rana le contestó.
-No puedo ayudarte porque si lo hago me picaras y me mataras con tu veneno.
-Como voy a hacer eso, le respondió el escorpión, no ves que si te mato a ti muero yo también.

A lo que la rana, pensándolo mejor, aceptó.
A mitad de la travesía, el escorpión le clavó el aguijón a la confiada rana, que mientras languidecía le recordaba sus palabras:
-No me dijiste que no me picarías sino moriríamos los dos.
-Es cierto, lo dije, -le respondió el escorpión. Pero no lo puedo evitar es mi naturaleza, terminó.

El fútbol tiene momentos estelares que suceden en segundos, en instantes. Son jugadores como Iniesta o Cristiano Ronaldo y equipos tan grandes y gloriosos como el Barça o el Real Madrid, los que dan que hablar y hablar de fútbol y no de la sociedad.
CR9 se quito la camiseta para venderse a si mismo. Sus abdominales son su imagen de marca y el festejo de un gol quitándose la camiseta su mejor campaña de marketing. Pese que esa primera tarjeta fue el primer paso que lo llevo a la expulsión y a ver el partido de Valencia sentado en su casa ante el televisor. Ahora ya sabemos que ganó el Madrid en Valencia y lo de Cristiano quedo en un partido de sanción.

Y sin embargo, todo lo que se refiere al fútbol se convierte en espectáculo que se divorcia de la vida.
Yo soy de los que creen justo lo contrario. El fútbol no es más que una metáfora de nosotros mismos.

Salud y suerte para el 2010. La necesitaremos. Todos.




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