El fútbol puede transformar en adultos a los niños y en niños a los adultos.
Consigue que los niños jueguen imitando a los profesionales pero, en ocasiones para ellos, ese fútbol adulto es demasiado grande y complicado, muy difícil porque exige un nivel físico y mental para el que no están preparados. En la última década las federaciones han intentado adecuar el fútbol al niño, aunque de manera insuficiente. Deben seguir adaptándolo, ajustando sus medidas, reglas, materiales y competiciones a las edades y capacidades de crecimiento.