Siempre hemos oído hablar de lo importante que es manejar el contexto, o el entorno, en el fútbol profesional. Ocupar un banquillo en la élite implica saber tener contentos a un Presidente y su Directiva, tener mano izquierda para controlar egos en un vestuario, manejarse ante los medios de comunicación, tener feeling con la afición… y luego queda ese 20% que, con buen criterio, le atribuyó Cruyff al “saber de fútbol”. Pues el fútbol base también conlleva su contexto, aunque es menos exigente y, probablemente, más desconocido.