Alos niños, a partir de cierta edad, les gusta competir, enfrentarse a otros, comprobar sus habilidades y medir sus capacidades.
Ponernos como objetivo participar en una competición agrega un poco más de emoción a nuestra experiencia deportiva, y seguro que desearemos repetirla.
A través del fútbol podemos utilizar la competición de forma educativa, para hacer comprender a nuestros jugadores que es un buen medio para seguir aprendiendo el deporte que nos gusta. Muchos entrenadores pensamos que, en las primeras edades, debemos darle más importancia a otros factores que al resultado en la competición: el juego, la convivencia, el equipo, las habilidades y la formación personal. La clasificación, los puntos y los títulos podrían, por tanto, quedar en segundo plano.