La rutina de los jugadores de fútbol es sobrecargada por altas exigencias físicas, normativas, emocionales y cognitivas en el día a día de los entrenamientos.
Las principales causas son los impactos de adaptaciones provocadas por las cargas de entrenamiento, el volumen y la densidad de juegos, y también las frecuentes presiones externas e internas. Independiente de los entrenamientos y partidos, los futbolistas están inmersos en un ambiente constituido por una diversidad de estresores negativos, que abarcan tanto el agotamiento físico, como el mental.