El fútbol, como deporte colectivo esta regido por un grado de incertidumbre elevado, donde su peculiaridad más representativa es la interacción motriz que se da dentro de una incertidumbre social permanente.
Esto supone que no podemos entender el movimiento como algo independiente e aislado del entorno, de manera que no podemos entender la fuerza como la simple generación de tensión muscular, sino que esta tenemos que entrenar-la en sintonía con las exigencias de la competición. Esto implica organizar y estructurar las tareas de fuerza para optimizar el trabajo y transferir las ganancias obtenidas de forma que sean lo más eficaces y eficientes en el ámbito competitivo.