Es irrefutable que Pep Guardiola ha ido transformando las páginas del manual de estilo del Bayern de Múnich.
Desde su llegada a la capital bávara, y en esa clara aspiración de que su equipo tenga un sello relacionado con dominar los partidos desde el dominio abrumador del balón, los cambios propuestos en la configuración de relaciones han sido la constante vital en su trabajo.
Si hay algo que obsesiona al preparador catalán es que los pases tengan un claro contenido para el que recibe la pelota. No es amante del simple intercambio del balón, del paso del móvil de unas piernas a otras, sino que su ambición es juntar a los componentes de sus alineaciones en campo contrario, someter a los adversarios, evitando así cualquier riesgo de contraataque.