Aunque conserva intacto su rostro aniñado como cuando irrumpió en el Betis con la finta y el sprint, Joaquín Sánchez Rodríguez se ha convertido ya en todo un veterano del balompié español. Camina hacia los 30 años, los cinco últimos en las filas de un Valencia en el que ha hecho virtud de la necesidad, tras la salida de Silva y Villa durante el pasado verano. Ha dado un paso al frente para asumir parte de ese peso que quedó sin dueño con la marcha de los dos grandes referentes del valencianismo en las últimas temporadas.