Messi puede igualar o superar el récord del delantero del Athletic en el Santiago Bernabéu. Un hecho que ha servido, de paso, para que todo el fútbol español vuelva recordar la figura de Telmo Zarra, el máximo goleador español.
FICHA:
- Telmo Zarraonandia Montoya (Erandio, España, 20 de enero de 1921-Bilbao, 23 de febrero de 2006)
EQUIPOS:
- Erandio, Athletic Club, Indautxu y Brakaldo.
PALMARÉS:
- Campeón de la Liga con el Athletic (1943)
- Campeón de la Copa con el Athletic (1943, 1944, 1945, 1950 y 1955)
Muchos de los jóvenes habrán conocido estos días la leyenda de Telmo Zarra a través de Leo Messi. El argentino persigue mañana en el Santiago Bernabéu igualar o superar su récord de goles en la Liga, cifrado en 251 tantos. Messi tiene ahora mismo 250, a uno tan solo del gran delantero bilbaíno. La Liga de Fútbol Profesional, organismo que rige la competición liguera, afirmó hace unas semanas que incluso estaba dispuesto a parar el clásico si Leo llegaba a esa cifra ante el Real Madrid. Una disparatada idea que al final quedó más en un ‘globo sonda’ que otra cosa. Al menos todo esto ha servido para el que el fútbol español vuelva a recordar al gran Telmo Zarra y poner en valor su récord, intocable durante cincuenta y seis años a pesar de que la Liga española ha tenido grandísimos delanteros.
Su busto en Lezama
Pero no en todos los sitios ha hecho falta recordar quién era Zarra. Los aficionados del Athletic de Bilbao, sin importar la edad, se saben de memoria todas las andanzas de su jugador. Su busto domina Lezama, el ‘criadero’ de leonés enclavado entre dos montes. En diciembre de 2005, el club, tras una iniciativa de las peñas, colocó su busto en lo más alto de la ciudad deportiva, donde todo aficionado y jugador pudiera ver a su leyenda. Iribar me explicó en una entrevista con Magazine como se consigue todo eso: “Ese sentimiento se ha transmitido de familia en familia, algo que ha hecho que el Athletic está muy enraizado en la gente de Guipúzcoa. No importa que ganemos o no, el sentimiento está por encima de todo”. Todo eso hace que los más pequeños aficionados del Athletic no tengan a Messi o Cristiano Ronaldo como ídolos. Al revés, ellos remiten a tiempos pretéritos, con jugadores como Zarra, el propio Iribar, Sarabia o Julen Guerrero. Así es este equipo y esta afición, única en el planeta fútbol. Como también lo fue Telmo Zarra.
Todo comenzó en una estación de tren
Muchas las grandes historias comienzan en lugares inesperados. El padre de Zarra era jefe de la estación de Asua, en Erandio. Allí nació Telmo Zarraonandia Montoya un 20 de enero de 1921. Como todo niño de su edad, Zarra tenía sus ídolos. Por supuesto, del Athletic: Lafuente, Unamuno, Bata, Chirri y Gorostiza. Entró en el fútbol gracias a su hermano, Tomás, portero del Arenas de Getxo, Oviedo y Osasuna. Todas las tardes, Zarra intentaba hacerle gol en los campos que rodeaban la estación. En sus primeros años con un balón en los pies destacó por ser precavido, lo que le valió que algunos le conocieran como ‘Telmito el miedoso’. Su primer equipo fue el Pitoberese, para pasar más tarde al Alsua y posteriormente al Erandio. En 1940, y a sus 18 años, Zarra fichó por el club que siempre había soñado. No tardó en destacar como un afinado delantero. En su primer amistoso con la camiseta rojiblanca anotó siete goles contra la selección de Guipúzcoa. Los primeros de los 333 que hizo con el Athletic. Más tarde llegó su debut oficial en Liga, ante el Valencia. También marcó: dos goles. Los primeros de los 251 que hizo en la Liga. Todo en un Athletic que había cambiado gran parte de su plantilla como consecuencia de la Guerra Civil. Era tiempos para los más jóvenes, Bertol, Nando, Iriondo, Panizo, Gainza, Zarra… Un equipo que histórico, que en la temporada 1942/43 se hizo con la Liga y la Copa. Un año en el que Zarra tuvo que compaginar el fútbol con las obligaciones militares. Al final consiguió marcar 16 tantos.
Fueron tiempos en los que Zarra también aprendió a moverse dentro del campo. Los primeros recuerdos nos hablan de un futbolista virtuoso, pegado al regate y con tendencia al individualismo. Nada que ver con el Zarra posterior. El delantero bilbaíno, a base de entrenamiento, transformó su juego, haciéndolo más directo y efectivo. También aprendió a rematar de cabeza, su gran seña de identidad. Tanto que su remate de cabeza se hizo famoso por toda Europa. Hay una graciosa anécdota de una visita de España a Estocolmo para jugar ante Suecia, donde el cartel promocional del partido rezaba lo siguiente: ‘Admiren la mejor cabeza de Europa después de Churchill’. Casi todos sus goles de cabeza llegaron tras centros desde la banda, concretamente de Iriondo.
Las crónicas de la época hablan de Zarra como un nueve puro, de esos que apenas quedan ya en el fútbol actual. Siempre con un número menos en las botas; se sentía más a gusto así. Pero el delantero bilbaíno también fue un ejemplo para todos. “Prefiero lesionarme yo a hacerlo a un compañero”, decía. Algo que ocurrió en un partido ante el Atlético de Madrid en la temporada 1951/1952, salvando un choque con Montes, portero rojiblanco. Años después recibió la medalla al Mérito Deportivo por esta acción. También recibió una insignia de oro y brillantes del Málaga y un botafumeiro de plata, regalo del Deportivo de La Coruña. El primero concedido porque en un partido el portero local, Arnau, resultó lesionado en un encontronazo con él, y pese a encontrarse sólo ante la portería echó el balón fuera para que fuera atendido. Similar acción a la que protagonizó en La Coruña, pero con el central Ponte. Acciones que le hicieron un ‘gentleman’ de la época, un futbolista sin enemigos dentro del campo, donde hizo del gol un arte.
Sus goles con el Athletic de Bilbao en la Liga
1940/1941: 6
1941/1942: 15
1942/1943: 17
1943/1944: 12
1994/1945: 20
1945/1946: 24
1946/1947: 33
1947/1948: 9
1948/1949: 22
1949/1950: 24
1950/1951: 38
1951/1952: 3
1952/1953: 24
1953/1954: 2
1954/1955: 2
Destaca sobre todo la temporada 1950/1951, en la que hizo 38 goles en 30 partidos. Gesta que se consumó de la siguiente manera: tres al Murcia, dos al Celta en San Mamés, uno al Atlético en el Metropolitano, uno al Málaga en La Rosaleda, dos al Espanyol en San Mamés, seis de los diez tantos que le hizo el Athletic al Lleida en Bilbao, uno al Alcoyano en Alcoy y otro al Deportivo de la Coruña en Bilbao. Tres al Murcia en el partido de vuelta en San Mamés, dos al Racing de Santander también en La Catedral, uno más al Málaga en casa. Fuera en Barcelona otro al Espanyol, cinco a la Real Sociedad en el derbi vasco disputado en San Mamés, dos que dieron el empate al Athletic en Chamartín ante el Real Madrid, dos al Valencia en Bilbao y dos al Lleida fuera. Dos más al Alcoyano en Bilbao y el último al Sevilla en San Mamés. Un récord que no se igualó hasta treinta y ocho años después. Lo consiguió otro ‘9 puro’, Hugo Sánchez. Cifras que ahora parecen menores si las comparamos con las de Cristiano Ronaldo o Messi, pero hasta antes de la irrupción de estos dos ‘extraterrestres’ era como subir el Himalaya. Sus goles le valieron también para ganar el Pichichi en seis ocasiones: 1944–45, 1945–46, 1946–47, 1949–50, 1950–51, 1952–53. Sin embargo, no le volvieron a dar un nuevo triunfo en la Liga al Athletic, que sí pasó a convertirse en el Rey de Copas con Zarra como delantero. Una competición donde también sigue siendo el máximo artillero, con 81 tantos.
El gol en Maracaná
El delantero bilbaíno también se hizo leyenda con la selección española, con la que anotó veinte goles en veinte partidos. Una media de goles que nadie ha podido alcanzar hasta ahora en ‘La Roja’. El más recordado de su carrera fue el que le hizo a los ingleses en Maracaná en el Mundial de 1950 en Brasil. Un tanto que, como él mismo explicó después, lo marcó con la espinilla y sirvió para que España acabara cuarta el campeonato. De ese gol queda también una narración para la historia de Matias Prats, quien tuvo que volver a repetirla, ya que la primera se extravió.
Tras quince años en el Athletic, Zarra pasó por el Indautxu y el Barakaldo. El Santiago Bernabéu también un rindió un gran homenaje al mejor goleador español de todos los tiempos en 1954. Un partido en el que estuvo rodeado de todos sus compañeros. Wilkes, Kubala, Di Stéfano y una larga lista de grandes futbolistas de la época rindieron pleitesía a un delantero que hizo historia en el fútbol español.