El motivo de mi inquietud por optimizar el trabajo defensivo surge hace tres años cuando después de entrenar en la Tercera División Riojana (al CD. Cenicero), acepto entrenar a la Selección Riojana Sub16 . La Comunidad Autónoma de La Rioja es pequeña y posee pocas licencias federativas en esta categoría, es además junto a Ceuta y Melilla es la única Selección que, en la competición Sub-16 puede llevar hasta ocho jugadores de un mismo equipo. En nuestra Comunidad Autónoma, sin un equipo de referencia en la élite, las jóvenes promesas emigran desde muy jóvenes a zonas cercanas (Bilbao, Pamplona, San Sebastián, Zaragoza) desde muy jóvenes por lo que las selecciones territoriales riojanas rara vez llegan a las fases finales de los Campeonatos de España. Por todo ello, el termino competir sustituye al de ganar. De ahí nace la necesidad de hacer una planificación de un trabajo defensivo intensivo. Mi siguiente etapa fue entrenar en Osasuna al Juvenil Liga Nacional, un equipo de cuasi cadetes, técnicamente muy bueno pero físicamente inferiores en un fútbol, el navarro, duro y competitivo. En Pamplona pude desarrollar mejor mi planteamiento defensivo y el equipo estuvo cerca de dos meses sin encajar un gol. Ya al año siguiente, cuando me hice cargo del Juvenil División de Honor tuve que volver a ponerlo en práctica y definitivamente vertebrarlo como una parte imprescindible de mi planificación deportiva. Y es que la base de este equipo la constituían gran parte de los jugadores que había entrenado el año anterior, que evidenciaron manifiestas dificultades de adaptación.