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FUENTE: www.marca.com

Inglaterra dijo adiós a la Eurocopa tras perder frente a Croacia en Wembley (2-3) en un partido que condensó la histeria vivida por el combinado de McClaren durante la fase de clasificación y en el que fue devorada por la urgencia que imprimió en un choque que le valía con empatar. El encuentro, por la lluvia caída en Londres, por el mal estado del césped y, sobre todo, por lo que Inglaterra se jugaba, nació hecho pedazos. Como si los dos equipos llevaran jugando el partido desde el principio de la fase de clasificación. Y, de alguna manera, así era para los ingleses.

Inglaterra acudió al choque aliviada por la derrota de Rusia en Israel -que despejó de manera significativa el panorama- pero afligida por el yugo de lo imperativo de su clasificación. "No hay excusas", había afirmado McClaren, seleccionador nacional. Y bajo el paraguas de lo inevitable, el propio McClaren había decidido barrer de su portería al discutido Robinson para situar al joven de Scott Carson, de 22 años, prácticamente inédito.

Con estos antecedentes se llegó al minuto 8 del partido, el que vio el monumental error de Carson a un tiro de Niko Kranjcar. Diez segundos que resumieron la pequeña historia de la selección inglesa, demasiado dependientes de los errores de sus porteros. El disparo de Kranjcar era lejano y más bien flojo. Carson se confió, optó por una postura poco adecuada para recibir el balón, y éste pasó por delante de sus manos para alojarse, todavía más manso, en las mallas de su marco.


Inglaterra se vuelca
El escenario y el protagonista, situado por McClaren en medio del fragor de una batalla que viene de lejos, añadía los ingredientes necesarios para hacer del partido uno de esos choques con eco a tragedia griega. Carson ya no se recuperó y fue una constante duda en cada jugada, en cada salida y en cada decisión que tomó. La siguiente jugada sirvió para ver un paradón de Pletikosa a un disparo de Wright-Phillips dentro del área. La comparación, desde todos los puntos de vista posibles, era también inevitable.

Con 10 minutos de la primera parte, Inglaterra acorralaba ya a su rival mientras las contras croatas tenían muy mala pinta. Los 'tres leones' necesitaban sólo un empate para clasificarse y con 80 minutos por delante podría pensarse que su actitud era precipitada. Y así, llegó un escenario todavía peor, tras otra contra, y después de un terrible fallo de marcaje de cuatro defensas ingleses a la vez, con Lescott quieto y pidiendo con el brazo en alto el fuera de juego. Carson, perdido en medio de la tormenta, confió demasiado en el juez de línea y no hizo demasiado por detener a Olic. El fuera juego no era tal y el linier sueco acertó: 0-2 para los croatas.

Con Inglaterra incapaz de hacer una ocasión clara y con un peligro más virtual en las gradas que real, llegaron las noticias del gol de Sychev en Andorra. Inglaterra ya era tercera y estaba fuera. McClaren reaccionó tras el descanso e introdujo a David Beckham por Shaun Wright-Phillips, uno de los pocos que se salvó de la quema en el primer acto, y a Defoe por Barry.


Wembley canta el himno nacional... y luego enmudece
Aún así fueron los croatas quienes ofrecieron un brazo a los ingleses para salir del charco en el que se habían metido. Simunic, el central al que amonestaron 3 veces en el Mundial de Alemania, agarró a Defoe dentro del área para que Lampard pusiera el 1-2 de penalti. Imparable la historia del choque, la siguiente jugada fue un remate de Bridge al larguero de Carson, su portero.

Con Carson recuperado con una parada que fue a su vez más virtual que real y con los croatas más cerca del tercero, apareció Beckham, el hombre de los 99 partidos con la selección. Suyo fue un balón perfecto para Crouch -que había pedido públicamente su concurso a McClaren-. El delantero, enorme, controló con el pecho, al borde del área pequeña, y fusiló de volea con rabia el 2-2. Gol de electrólisis para un equipo en coma y todo Wembley cantando el himno nacional.

Con 15 minutos para el final Croacia certificó la tragedia tras un gol de Mladen Patric. Carson rozó la gloria y la parada pero su estirada no sirvió para evitar el 2-3 y la congoja en la grada, que sólo vio posibilidades reales con una ocasión de Darren Bent. Inglaterra sucumbió al fatalismo de sus porteros y a la urgencia que ellos mismos se habían impuesto. Exhaustos, trataron de empatar con balones al área pero lo cierto es que se habían quedado exprimidos casi desde el minuto inicial.






Publicado en Cursos el 22/11/2007




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